"Antes de que yo empiece en la piscicultura era ama de casa”, recuerda, al contar que frente a su esposo, que tiene estudios universitarios y era el único que llevaba el sustento al hogar, se sentía menos.
"Yo apenas terminé (el bachillerato) y me sentía baja”, recuerda. Además, era tímida y cuando tenía algún conflicto lo único que hacía era llorar.
Gracias a su actual actividad económica todo aquello ha cambiado, pues no sólo elevó su autoestima, sino también logró la independencia económica. Antes de incursionar en la piscicultura y la venta de pescado, Aguilera ayudaba a su marido los fines de semana, cuando éste ingresaba a trabajar en el campo.
La emprendedora ingresó en el proyecto "No le des el pez, enséñales a pescar” del Centro de Promoción Agropecuaria Campesina de Yapacaní. A ella le gustaba el pescado pues su padre era pescador, por lo que estaba familiarizada con la actividad piscícola. Luego ingresó a la Asociación de Piscicultores Norte Integrado (APNI) y empezó a vender pescado. Al aumentar la demanda, ella pensó que podía aumentar sus ingresos si daba un valor agregado a los peces, por ejemplo, comercializándolos preparados.
"Empecé a sacar mi letrero y a ofrecer en la televisión”, recuerda, y así nació el restaurante El palacio del Pacú. Al principio estaba sola, pero ante el éxito y la llegada de más clientes, su esposo decidió trabajar con ella. "Tu esposa está haciéndolo bien, tienes que venir a ayudarla”, recuerda que le decían sus conocidos.
En el Palacio del Pacú se puede consumir pescado a la parrilla y sopa, pero ahora su propietaria pretende aumentar su oferta. "Estoy arrinconadita en un cuartito, en el futuro quiero tener mi casa y si es posible poner un hotel”, afirma.
Para replicar
Este tipo de prácticas son dignas de replicar, afirma la jefa de la Cooperación Suiza en Bolivia, Bárbara Jässli Hasler. Por ello, esta agencia, como parte de su programa de Formación Técnica Profesional, lanzó en julio de 2013 el concurso "Para muestra basta un botón”, que tenía el objetivo de "visibilizar y valorar las buenas experiencias que se hacen en promoción de la equidad de género”.
El concurso estaba dirigido a organizaciones que promueven la equidad en todo el país. A la competencia se presentaron 23 propuestas, de las cuales seis fueron premiadas. "Las organizaciones podían presentarse y decir lo que hacen en la promoción de la equidad de género”, dijo la representante.
La equidad de género es un tema transversal en todos los proyectos que la agencia desarrolla, no sólo en Bolivia, sino también en los países en los que está presente. En la agencia consideran que la discriminación es "una de las formas más comunes de exclusión”, la cual puede generar inestabilidad social ya que está relacionada con la pobreza.
"Buscar trabajo es difícil”
"Buscar trabajo es difícil”, dice Sandra Huallpa Mamani, quien formó parte del proyecto "Mi primer trabajo para jóvenes de la ciudad de El Alto”, del Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza, y ahora trabaja en la empresa de confección Elites.
Huallpa consiguió trabajo gracias a la capacitación en la cual aprendió a fabricar diferentes tipos de prendas y a operar diferentes tipos de máquinas. Además, conoció técnicas para introducir prendas de vestir al mercado y ahora sueña, junto a sus hermanas, con constituir un pequeño taller. "Me siento bien, (…) trabajando, y tener algo mío” comentó.
En la Agencia de Cooperación Suiza se considera que la Formación Técnica Profesional no está completa si no hay equidad de género. Por ello, otro de los objetivos que se tiene es impulsar la incursión de mujeres en trabajos tradicionalmente reservados para varones.
Según Sonia Quispe Ventura, que se capacitó en pintura y construcción, en el programa "Fortalecimiento y empoderamiento de organizaciones económicas de mujeres constructoras” de la Red Hábitat de La Paz, cuando las mujeres incursionan en labores "varoniles”, los hombres las ven con recelo.
"Cuando salíamos a comprar (pintura) con nuestro overol nos miraban feíto”, recuerda al contar que los obreros acudían curiosos a ver a Quispe y sus colegas constructoras.
Pero este recelo no obstaculizó a que ellas continuaran adquiriendo experiencia. Ahora Quispe y sus compañeras de capacitación planean organizar legalmente una cooperativa de mujeres pintoras, para obtener contratos que les generen ingresos para aportar en sus hogares.
"Cuando no tenía trabajo estaba en casa esperando a mi esposo. Como es un proyecto, tiene que dar un resultado, y nosotras somos el resultado”, dice Quispe.
Ninoska Kelly Ortiz Rodríguez, que formó parte de la experiencia "Hombres y mujeres reforestadores con plantines maderables” del Centro de Educación Alternativa Hans Roth del Colegio Guadalupe Fe y Alegría de Concepción, Santa Cruz de la Sierra, también comprobó que hay cierta resistencia a que las mujeres incursionen en las labores, antes exclusivas para hombres.
Ortiz se capacitó en agronomía y quiere continuar su formación en un nivel superior, pero cuando manifiesta este deseo, le dicen que "una señorita no puede estar metida en el campo”. Ella, que además tiene un compromiso con la ecología, responde: "Me gusta trabajar en el campo y no quiero salir de mi pueblo”.
La muchacha, junto a sus compañeros varones y mujeres, hacen prácticas cada 15 día a campo abierto en las cuales siembran árboles madereros como el cerebó y la mara.
Los plantines se mantienen en viveros hasta que cumplen tres meses y luego se venden a cinco bolivianos. "Mi vida ha cambiado mucho porque es otra forma de ver la naturaleza, de darle importancia y de cuidarla; no quiero que vivamos en un lugar desierto”, afirma.
Poco tiempo
Un problema que enfrentan las mujeres que desean capacitarse, según la representante de la agencia de cooperación, es la poca disponibilidad de tiempo, ya sea porque deben atender sus hogares o bien porque deben trabajar. Este último es el caso de Teresa Rodríguez Rocabado, quien se formó en el programa "Integrando a las mujeres bolivianas en la justicia económica” de la Fundación Rijchariy Warmi o Levántate Mujer de Sucre.
Rodríguez es trabajadora del hogar y se desempeña como tal entre las 7:00 y las 14:00, para luego dirigirse a un pequeño emprendimiento que impulsa junto a otras mujeres que también se capacitaron en la elaboración de productos de pastelería y panadería. Ahora, el deseo de esta emprendedora es que el proyecto se amplié a diferentes regiones, lo cual no deja de ser una posibilidad factible.
"Más del 90% de las ideas de las mujeres es muy adaptable al medio, (son ideas) muy reales a la hora de emprenderlas”, dice Cinthia Sdenka Meruvia Amador, quien forma parte del proyecto "Capacitación CEFE: Una herramienta para la formación integral de emprendedores y emprendedoras de la Fundación Trabajo Empresa de Santa Cruz de la Sierra, que capacita a emprendedores y emprendedoras, sobre todo del área rural del oriente boliviano.
Meruvia comenzó como estudiante, pero ahora es facilitadora de la organización. En su experiencia ella ha sido testigo de iniciativas, por ejemplo de panadería o pastelería, que se inician con la elaboración de cuñapés, para luego diversificarse y ofrecer más productos.
"Las mujeres son las que se ponen las pilas y dicen ‘yo voy a hacer un horneado y a través de ese horneado voy a ayudar con un poquito de dinero en mi casa’”, cuenta.
En muchos lugares a los que acude Meruvia y sus colegas, como los municipios de la Chiquitania, notaba que los asistentes iban a los talleres sin ganas, pues consideraban que los expositores llegaban, hablaban por dos horas, -mientras ellos se dormían-, cobraban su dinero y se iban.
La metodología de los facilitadores del CEFE es diferente, dice Meruvia, pues tienen actividades lúdicas y las actividades no se hacen según la manera tradicional -en un auditorio cerrado- sino al aire libre.
Video y premios
Las seis experiencias ganadoras del concurso "Para muestra basta un botón” se recogieron en un video recientemente presentado por la Cooperación Suiza en Bolivia y la Fundación Conexión Fondo de Emancipación, el cual puede verse en el sitio formacióntecnicabolivia.org.
La agencia suiza destinó 39.000 dólares no sólo para adquirir computadoras, impresoras, cámaras fotográficas, filmadoras, herramientas de distintos tipos, escaleras, parlantes, maletines para las organizaciones ganadoras; sino también para la elaboración y difusión de material audiovisual, además de la entrega de maquinaria pequeña de coser y tejer.
En mis visitas al campo he encontrado muchas mujeres con mucha fuerza y con mucho dinamismo que me han impresionado.
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