Como en un bautizo, el agua envuelve a 12 mujeres que nunca antes se habían visto. Se unieron para ser la imagen —una cada mes— de un calendario que busca resaltar la identidad de cada una de ellas.
El proyecto del calendario 2014: La que soy fue gestado por la organización holandesa Hivos y la fotógrafa Wara Vargas, quien decidió que un paisaje acuático sería el escenario apropiado para las fotos, por lo que la piscina del hotel Oberland fue donde se sumergieron las modelos.
“La idea surge cuando Hivos me llama para participar de un proyecto en el que queríamos mostrar algo diferente y decirle basta a la cosificación de las mujeres”, explica Wara.
Tanto la artista como la ONG invitaron a mujeres representativas de la diversidad de la sociedad para que redescubran o interpreten la identidad del ser mujer a través de sus cuerpos.
Pero cada foto no implicaba únicamente quitarse la ropa y ya. Antes de lanzarse a la piscina hubo un proceso con dinámicas sostenidas por una especialista en género que interactuó con cada una de las protagonistas.
“Mi participación consistía en impulsar la convivencia entre las chicas para que interactúen. Que se cuenten qué sentían en las sesiones fotográficas y que compartan la experiencia”, dice la socióloga Nubia Ferreyra.
La experta señala que la intención del calendario fue romper estereotipos sobre las mujeres y hacer que ellas descubran su identidad, puedan verse a sí mismas sin complejos. “Ellas han logrado el primer paso de desnudar su alma, sus cuerpos y tratar de mostrarse como una luz y dar la pauta a otras mujeres”, agrega la socióloga. Por eso no es casualidad encontrar que los cuerpos que se ven en el calendario no sean aquellos del estereotipo del 90-60-90.
“Estaban buscando a alguien que se le note en el vientre el embarazo, me encontré con Wara y ella me vio y dijo que era perfecta para las fotos”, explica Patricia García, próxima a dar a luz, y quien posó para ser parte del proyecto. Como esta actriz, una mujer afroboliviana, dos mujeres de polleras y una transformista, entre otras más, posaron para Wara, quien logró una diversidad en edad, procedencia socioeconómica y cultural.
¿Cuál era el común denominador entre estas 12 personas? Todas, de una u otra forma, habían vivido algún tipo de violencia en sus vidas por ser mujeres.
“Todas guardamos alguna historia que nos hace más mujeres (...), el embarazo ha sido el único momento donde me he sentido violentada con una serie de problemas que me hicieron sentir víctima de violencia”, cuenta Patricia.
“Hubo una liberación, un despojo de temores y era común escuchar en todas las historias que ellas sentían que al desnudar sus cuerpos desnudaban sus almas, porque después de las dudas y el recelo había una felicidad de haber realizado las fotos sin temor”, agrega.
Y meterse en el agua causa miedo, pero los complejos, inseguridades, dudas y malas experiencias se fueron lavando y quedándose en el sitio más profundo.
“Participé en el calendario porque tengo una trayectoria como activista de la comunidad Trans Lésbico Gay Bisexual y ha sido un orgullo para mí que al quitarme la ropa todos se admiren por mi cuerpo”, explica Antonella, quien destaca que llevaba ropa sexy, que ella hizo para la ocasión.
“(Los transexuales) somos mujeres, sentimos como mujeres desde el momento en que nacemos y por eso necesitamos que el interior se exprese en el exterior, quizá por ello caemos en la cosificación”, asegura Antonella.
La fotógrafa hace énfasis en que “el objetivo del calendario es romper la mirada de estereotipos sexistas y patriarcales en cada foto, explorando la sexualidad femenina, que es diversa”.
Wara afirma que cada imagen es una protesta en contra de la mujer objeto, pero muchas veces durante las sesiones encontró que sin querer se repetía aquello.
“Durante las dinámicas yo les pedía que se suelten y disfruten en el agua, pero algunas chicas me preguntaban qué pose quieres que haga y les decía que no había poses. La idea era que encuentren la identidad en la comodidad de su piel”, revela Wara tras referirse al momento de captar la imagen para el almanaque.
Otro aspecto del calendario es que las participantes pudieron escribir una leyenda breve que las describa e interprete a cada una descubierta en el agua.Además que cada mujer escogió tres fotografías que quería que se publicasen y en las que se sentían bien representadas.
“Fue como volver a nacer y reencontrarse con una misma, me daba la sensación de estar envuelta en una burbuja por estar embarazada y sentí que esa magia se plasmaba en la foto”, dice Patricia.
El agua se tornó para estas mujeres y la fotógrafa en un útero infinito que las albergó por los tres meses en los que se desarrollaron las sesiones fotográficas.
Y como en el río Ganges de la India, el agua lavó los miedos, rompió estereotipos e hizo que 12 mujeres se desnudaran.
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