Pienso que estas personas no tienen muchas oportunidades de trabajar y ven en la prostitución una opción más para generar algunos recursos económicos. En Cochabamba se está dando esta situación debido a que hay cierta demanda de parte de las mujeres y vemos, cada vez, que hay más damas que contratan hombres que bailan, haciendo “striptease”, en alguna fiesta. Ahí surgen los primeros acuerdos para tener relaciones sexuales.
La prostitución masculina no es tan abierta y conocida como en el caso de las mujeres. Que un hombre sea trabajador sexual en nuestro medio todavía es un mito o un tabú. Las relaciones que ellos ofertan lo hacen de una manera muy confidencial. Está dentro del ámbito de las cuatro paredes porque consideramos que el trabajo sexual de varones no es algo aceptado en Bolivia. Somos un país ambivalente. Muchas veces se motiva las relaciones sexuales y en otras situaciones se las reprime contundentemente. Todavía vivimos en una cultura del machismo.
Respecto al sexo express en los baños públicos, pienso que también se está dando en salas de cine y en algunos saunas de la ciudad. En los baños está muy camuflado.
Pienso que muchos jóvenes son tentados para experimentar y estar con otros varones. También lo hacen para conseguir ciertos ingresos económicos.
Este es un problema de salud pública. Nosotros no somos quiénes para juzgar a estas personas, pero nuestro objetivo es que estas sean atendidas en nuestros centros CDVIR donde se les presta un servicio de manera gratuita. Queremos que esta población se acerque a nuestros servicios de salud, sin embargo no lo hacen, posiblemente, por la estigmatización que existe. Piensan que llegando al CDVIR uno ya tiene sida.
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