En el tema de la inclusión de las mujeres en las Fuerzas Armadas hay bastante discusión, son varias posturas. Una de ellas puntualiza que sería interesante incluirlas en el Ejército con el concepto de paz, frente a la posición machista que todavía prevalece en esta institución, considerando que es la máxima representación del ejercicio de poder machista.
Otra postura señala que está bien que ingresen las mujeres a la institución castrense porque es una expresión de la igualdad, debido a que de esa forma se estaría copando espacios que antes eran ocupados solo por los hombres. Sin embargo, más allá de estas posturas que pueden estar a favor o en contra de la inclusión de las mujeres, podemos ver que esta intención responde a un espacio de poder machista.
En los años setenta se declaró la década de la mujer y en 1979 se permitió en Bolivia el ingreso de las mujeres al Colegio Militar. En 1985 se cierran las puertas para las mujeres y se vuelve a dejar un vacío enorme porque entre los años 2020 y 2034 no van a existir mujeres en las franjas de poder de las Fuerzas Armadas.
Tenemos a la general Gina Reque Terán, de quien el Gobierno hace gala para hablar de inclusión al haberla promovido a uno de los cargos más altos de las Fuerzas Armadas.
Pero esta es una nueva reconfiguración del patriarcado, que nosotros lo llamamos el neopatriarcado.
Si bien ahora hay una general, que ocupa un alto cargo en las Fuerzas Armadas, debemos decir que las agresiones físicas, domésticas y sexuales en contra de las mujeres es alarmante. Hay una ley integral contra la violencia que pretende proteger a este sector, pero su mensaje es que las mujeres no son independientes, debido a que requieren (necesariamente) de un Estado y de una ley para estar seguras.
Podemos decir que el neopatriarcado se manifiesta también en esta inclusión de las mujeres a las Fuerzas Armadas, que, en mi opinión, no es real en el tema de la igualdad.
Por otro lado, es un mensaje también de que las mujeres tenemos que cuidarnos. No podemos gozar de la libertad, de los espacios autónomos.
En este tema de la mujer en las Fuerzas Armadas no hay aún investigaciones. Tenemos pequeños datos de cuántas mujeres hay en las Fuerzas Armadas, pero no de la situación en la que se encuentran en esta institución. No sabemos en qué condiciones están.
¿CUÁL ES SU ROL?
No hay tampoco datos sobre cuál es el rol que tienen las mujeres en las Fuerzas Armadas y qué cargos ocupan. No sabemos cuál es la función de la mujer que está en el cargo más alto del Ejército. No sabemos si su ascenso a general ha sido solamente un intento de dar una muestra de que este Gobierno está incluyendo a las mujeres.
Desde el punto de vista de la equidad es importante que se incluya a la mujer en las Fuerzas Armadas. Incluso hay una mujer piloto de helicóptero en la Fuerza Aérea, institución que antes estaba totalmente en manos de los hombres. Sin embargo, la idea no es solo incluir a la mujer, de lograr la equidad, sino que pasa también por el cuestionamiento de las Fuerzas Armadas.
Tendríamos que ver si aceptamos a las Fuerzas Armadas. La Constitución dice que somos un país pacifista.
Lo que pasa en las Fuerzas Armadas, en el tema de la inclusión, es como ceder la silla a una mujer, pero no se analiza la estructura de la organización, que es punitiva y de avasallamiento hacia las mujeres. No hay tampoco estudios para ver cómo se ha reconfigurado el Ejército con la presencia de las mujeres.
O es que ellas solamente están cumpliendo tareas de secretarias.
Cumplen las mismas tareas que los hombres
Las mujeres sí pueden hacer todas las tareas que se les encarga en las Fuerzas Armadas, tanto en la parte intelectual como física.
En la población en general podemos encontrar hombres con diferentes características físicas: algunos bajos, delgados o con la voz aguda.
Lo mismo sucede con las mujeres. Ellas tienen diferentes particularidades.
Reconocemos las diferencias que hay entre hombres y mujeres, lo que es muy válido, pero de lo que se trata es de buscar la igualdad de oportunidades y que no sea un prejuicio la sexualidad de las personas para realizar una determinada actividad o trabajo.
La igualdad no se consigue solo incorporando a la mujer
Daniela Elías
Comunicadora social
Desde la postura de que ninguna institución pública debería tener políticas segregacionistas, efectivamente no podemos negar que las mujeres que están interesadas en cursar el premilitar o incursionar en la carrera militar tienen el derecho de hacerlo.
Sin embargo, desde la postura feminista y antimilitarista, cuestionamos el hecho de creer que se logrará igualdad solo porque las mujeres se incorporen a las Fuerzas Armadas.
Cuestionamos la estructura de las Fuerzas Armadas en sí, como máxima representación de la dominación patriarcal, colonial, machista y racista.
En ese contexto debemos preguntarnos si es un logro que existan mujeres en la institución castrense. Lo que buscamos es que no existan mujeres ni hombres en las Fuerzas Armadas, ni siquiera esta institución, menos las guerras.
Se supone que estamos bajo la bandera de un país pacifista y, en el caso de Bolivia, anticolonialista y antipatriarcal, pero seguimos manteniendo instituciones que son absolutamente patriarcales y colonialistas como el Ejército.
Existen casos ejemplares en los que no existen Fuerzas Armadas y eso no significa que estén desprotegidos.
Desde mi perspectiva, las estructuras de poder deberían ser destruidas.
Cuando hablamos de igualdad tenemos que ver en qué términos lo hacemos. El primer movimiento feminista pedía tener los mismos derechos que los hombres, pero no cuestionaba la estructura dominante.
Esta estructura sigue siendo paternalista, no se ha cambiado la manera de ver a la mujer. Se elaboran leyes, pero no desde una posición de empatía o solidaridad, sino de paternalismo. Eso se ve reflejado en las instituciones del país. No hubo un cambio estructural que beneficie a la mujer.
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