Yuriko Koike, de 64 años, exministra de Medio Ambiente y de Defensa y hablante de inglés y árabe, asumirá el cargo por cuatro años y tendrá que supervisar la preparación de los Juegos Olímpicos de 2020.
"Dirigiré la política de Tokio de una manera sin precedente, será el Tokio nunca habían visto", declaró Koike, afónica tras dos semanas de campaña.
"Quiero un Tokio donde cada uno pueda brillar, desde los niños a los ancianos y las personas con discapacidad, con el fin de que la vida de todos sea mejor", dijo.
Su mandato terminará justo después de la apertura de los Juegos.
Los preparativos ya han atravesado varios episodios embarazosos: la elección de la ciudad de Tokio está salpicada de sospechas de corrupción que investiga la justicia francesa; el primer proyecto de estadio, demasiado caro, fue anulado tras semanas de polémica y el logo inicial fue retirado por acusaciones de plagio.
Por último, el anterior gobernador, Yoichi Masuzoe, acusado de haber utilizado fondos políticos con fines personales, presentó su dimisión en junio.
Koike también tendrá que manejar la economía de una ciudad de la talla de la Indonesia, enfrentar el problema de la falta de guarderías y preparar a una población de 13,6 millones de habitantes ante un posible terremoto de gravedad, una eventualidad que siguen evocando sus habitantes desde el sismo y el tsunami de marzo de marzo de 2011.
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