A esta cifra se suma el dato de que 22 mujeres fueron víctimas de tentativas de feminicidio. Si bien se salvaron de ser asesinadas por sus parejas o personas de su entorno familiar, no se libraron de las secuelas emocionales y físicas que son muy difíciles de superar. Otras 10 mujeres no lograron sobrevivir a la violencia machista y fueron degolladas, estranguladas o muertas a golpes. Más de 20 niños, niñas y adolescentes han quedado huérfanos. En varios de los casos también de padre, porque sus progenitores pasarán 30 años de sus vidas en las cárceles y estarán ausentes del crecimiento de sus hijos. El director de la FELCV, Alejandro Pozo, reveló también que la violencia no empieza en el matrimonio sino que se reproduce de generación en generación, a través de la transmisión de valores, de pensamientos y de la imposición de roles por haber nacido varón o mujer.
Si bien las denuncias de adolescentes no son muy frecuentes, ya se han detectado casos de violencia durante el enamoramiento que, si no son frenados a tiempo, podrían terminar en feminicidio.
“Debemos tener por lo menos a unos tres agresores en la cárcel por haber agredido a sus enamoradas”, aseguró Pozo. Según la directora de Género y Generacional, Andrea García, ya atendieron dos casos de menores de 16 años que en sus relaciones románticas llegaron a los golpes y eso hay que frenarlo”, manifestó García.
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