Un nuevo estudio, dirigido por el profesor de psicología de la Universidad de Illinois, Andrei Cimpian, y la profesora de filosofía de la Universidad de Princeton, Sarah- Jane Leslie, propone y prueba una nueva explicación a las diferencias de género en algunas disciplinas académicas.
La investigación se centra en una amplia franja de materias como la física, las humanidades, las ciencias sociales y las matemáticas, y concluye que las mujeres tienen menos probabilidades de obtener doctorados en materias que idolatran la brillantez y la genialidad.
“Los campos en los que más se valora el talento innato son la física, las matemáticas y la filosofía, ¡mi disciplina!”, declara a Sinc Sarah- Jane Leslie, coautora de la investigación, que se publica en la revista Science.
En total, los científicos encuestaron a más de 1.800 académicos estadounidenses –estudiantes de posgrado, investigadores posdoctorales y profesores– de 30 campos distintos del ámbito académico: ciencias naturales, ciencias sociales, humanidades, ingeniería, etc. y procedentes de un conjunto de instituciones de investigación geográficamente diversos, tanto públicos como privados.
LA DIFUSIÓN DE LA “CHISPA INNATA”
Los participantes debían responder a una serie de cuestiones relativas a su propia disciplina, incluyendo un conjunto de ocho preguntas diseñadas para evaluar la medida en que valoran que el éxito en su campo exige principalmente la brillantez pura, frente a una cuestión de trabajo y dedicación.
“Nos centramos en el mundo académico porque nuestra hipótesis se basa en la relación entre las creencias de los profesionales en activo y el grado en el que las mujeres están representadas en cada disciplina”, argumenta a Sinc Andrei Cimpian.
Según sus conclusiones, los estereotipos que presuponen una falta de talentos naturales en las mujeres son, en parte, responsables de las desiguales que existen en la distribución de género en las disciplinas académicas.
Los investigadores insisten en subrayar que su estudio no dice que la brillantez –o su valoración– sea algo negativo, ni que las mujeres no sean brillantes o que no sea útil serlo para el desarrollo de una carrera académica.
“Nuestros datos no se refieren a eso. Lo que sugieren es que transmitir a los alumnos la creencia de que es necesaria la brillantez para el éxito puede tener un efecto diferencial sobre hombres y mujeres, que están en ese momento decidiendo qué carrera seguir en su campo”, aclara Cimpian.
LA BRECHA DE GÉNERO ACADÉMICA: VARIABLE Y MULTIDISCIPLINAR
La mayoría de las veces, el discurso público ante esta problemática de brecha de género, según las carreras académicas, se ha centrado en las denominadas STEM, un acrónimo en inglés que se refiere a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Debido a este enfoque, la representación femenina en las disciplinas académicas fuera de STEM a menudo se pasa por alto.
“Es decir, la gente asume que las mujeres están bien representadas en las ciencias sociales y humanísticas, pero la realidad es más compleja que eso. Por ejemplo, en 2011, las mujeres obtuvieron sólo el 31% de los doctorados estadounidenses en filosofía y el 34% en economía. Este complejo patrón de variabilidad en la representación de las mujeres es una de las razones por las que queríamos tener una perspectiva más amplia y no solo centrarnos en los campos de STEM”, enfatiza la investigadora.
Otro de los puntos que tratan en el estudio es cómo las asociaciones culturales generalizadas vinculan a los hombres, pero no a las mujeres, con la brillantez intelectual innata.
Leslie pone ejemplos para explicar este hecho: “Consideremos lo difícil que es pensar en tan siquiera una representación cultural de mujeres –como la que existe en personajes como Sherlock Holmes, el doctor House en la serie de televisión o Will Hunting en la película Good Will Hunting– en la que se les atribuye una chispa innata especial, un genio sin educación. Las mujeres dotadas intelectualmente encarnan papeles como el de Hermione Granger en Harry Potter, a las que se asocia el hecho de ser increíblemente trabajadoras y diligentes.
Los logros de estas últimas se representan como fruto de largas horas de estudio minucioso, en vez de una brillantez innata”.
“Nuestra sociedad asocia a los hombres con la brillantez, pero no a las mujeres”, señala Cimpian. Los autores del estudio opinan que una forma de fomentar la diversidad de género en determinadas disciplinas sería subrayar el valor del trabajo y la dedicación, en lugar de ensalzar la figura del genio que logra el éxito sin necesidad de esforzarse.
En otro trabajo, actualmente en curso, están estudiando el grado en que la gente fuera de la vida académica también tiene estas creencias. “Nuestros resultados son prometedores, pero preliminares”, concluye la investigadora de la Universidad de Princeton.
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