Tuvo que transcurrir 108 años después de aquel memorable 1844, año en el que se desarrolló la primera elección por voto calificado en Bolivia, para que las mujeres ingresen al escenario político nacional, en primera instancia como electoras.
En 1952 se emitió el Decreto de Sufragio Universal que, según Carlos Cordero, en su libro “Historia Electoral de Bolivia, “instituyó derechos liberales y propugnó la construcción de un modelo de gobierno sustentado en principios democráticos”.
El artículo primero de aquel decreto decía: Tendrán derecho al voto para la formación de los poderes públicos, todos los bolivianos, hombres y mujeres, mayores de 21 años de edad siendo solteros o de 18 siendo casados, cualquiera que sea su grado de instrucción, su ocupación o renta”.
Pese a que con este decreto la democracia excluyente parecía haber llegado a su fin, no fue así, pues el mismo documento también contemplaba una lista de nuevos excluidos. Entre ellos los sordomudos, los vagos, los defraudadores de caudales públicos, entre otros.
No obstante, más allá de estas condiciones, lo que verdaderamente interesó al sector femenino fue empezar a consolidar su presencia en el ámbito político.
EN EL PODER
Otro hecho que inspiró la tesonera lucha de la mujer por emitir su voto fue la designación de la primera presidente del país, Lidia Gueiler.
Pese a que Gueiler ocupó la Presidencia interinamente, entre el 1 de noviembre de 1979 al 29 de junio del año siguiente, su ideal de igualdad de sexos con respecto a todos los derechos se irradió en sus congéneres.
Y es que Gueiler, según narra el libro “Mi pasión de lideresa”, desde pequeña fue educada con la perspectiva de revolucionar el rol de la mujer boliviana.
“El llanto en Bolivia es una especie de deporte nacional que habría que empezar a eliminar”, le decía su madre, Raquel Tejada.
Guiada por este tipo de recomendaciones, Gueiler se animó a ingresar a la política, jurando en el año 1948 al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
OBJETIVOS
Con miras a anular las desigualdades de género, obtener el derecho al voto no fue el único objetivo que se plantearon las mujeres.
Y es que una vez que se les dio la posibilidad de participar en las elecciones, surgieron nuevos retos que se consolidaron con el tiempo.
Por ejemplo, a finales de los años noventa florecieron los principios de igualdad con el surgimiento de dos leyes: Ley de Participación Popular y Ley de Reforma Educativa. Además, el arduo trabajo que las feministas desarrollaron a través del tiempo fue reconocido con la Ley Contra la Violencia Intrafamiliar o Doméstica.
A pesar de que las leyes para las mujeres abundaban, la presencia de este sector en el escenario político aún era mínima, pero esto cambió radicalmente a partir de 2009, año en el que se aprueba una nueva Constitución Política del Estado (bajo el mandato de Evo Morales Ayma), en la que se dispone, por ejemplo, “la forma democrática participativa, representativa y comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres”.
Actualmente, Bolivia está entre los países que tienen más presencia de mujeres en ministerios, con un 50 por ciento de participación, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Paga con su vida defensa a la mujer
Uno de los primeros experimentos de participación de los sectores populares excluidos de los derechos políticos tuvo un trágico final el 21 de julio de 1946. Ese año, el entonces presidente Gualberto Villarroel fue asesinado y su cuerpo colgado por una turba en un farol público, frente al Palacio de Gobierno.
TSE promueve la paridad en comicios
Un programa informático que desarrolló el Tribunal Supremo Electoral (TSE), basándose en el artículo 11 de la Ley del Régimen Electoral, promueve la participación del 52 por ciento de mujeres en las nóminas de candidatos a senadores y diputados titulares que cada partido político presentó para estas elecciones.
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