Los trapitos sucios salen a relucir, la mezquindad de ambos bandos (hombre y mujer) puede llegar a extremos irreconocibles y a nombre del bienestar de los hijos se dicen muchas mentiras o se hacen falsas promesas.
A continuación comparto una lectura breve:
Se presentan ante el juez una pareja con sus respectivos abogados para el trámite de divorcio. El que representa a la mujer reclama para esta el 50% de la venta de la casa y una pensión.
El abogado del hombre protesta y alega que este no tiene ninguna obligación toda vez que los hijos ya están casados y que ella bien puede ir a trabajar y mantenerse por sí misma, además, ella nunca aportó ningún dinero a la casa.
La mujer llorando renunció al pedido porque reconoció que pudo ser profesional e independiente y no lo fue. Entonces el juez le preguntó por qué no lo hizo. Ella reconoció que se postergó a sí misma, primero para que su esposo fuera a la universidad y luego para que sus hijos estuvieran bien cuidados. En el trayecto fue cocinera, lavandera, jardinera y planchadora en su casa, entre otras cosas.
Al final el juez falló a su favor y les dijo: “Mi decisión se basa en la suma de todos los sueldos que como administradora, cocinera, chofer, servicios de lavandería, jardinería y enfermería, usted prestó a su esposo e hijos. Esta decisión será apenas una retribución de salarios retenidos por los 26 años en que usted sirvió a los demás, olvidándose de sí misma”.
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