martes, 2 de mayo de 2017

Economía informal tiene rostro de mujer

Los mercados de la ciudad tienen un fuerte componente femenino.

Detrás de los puestos de ropa, zapatos, alimentos, implementos para el hogar y otros hay una mujer dirigiéndolo todo.

La tendencia es la misma en todos los mercados del país dice el director departamental del Trabajo, Adolfo Arispe, que asegura que las mujeres son generadoras de sus propias fuentes de trabajo, algunas veces acompañadas por sus hijos.

“Sin duda alguna la mujer es el motor de la economía informal”.

Sostiene que esta situación tiene mucho que ver con la necesidad que tienen las mujeres para mantener a sus hijos y su familia y las responsabilidades que deben asumir con su hogar, cuando el varón no trabaja o los ingresos que se obtienen son muy bajos.

La feminista y docente universitaria Cecilia Estrada coincide con la afirmación y asegura que los mercados son el reflejo de la desigualdad que hay en las fuentes laborales formales entre mujeres y hombres que en algunos casos no tienen formación profesional.

La necesidad que las mujeres tienen de generar recursos económicos para mantener a sus familias las obliga en muchos casos a salir a las calles a vender cualquier producto que les pueda generar una remuneración.

En el caso del trabajo informal, las mujeres están sobre todo en los mercados y los puestos ambulantes de comida, muchas mujeres no tienen horarios ni beneficios.

“Es un trabajo por cuenta propia”.

Las mujeres de este sector madrugan para acudir a sus puestos de venta y se quedan hasta altas horas de la noche cortando, además, horarios de almuerzo en los que se mantienen en sus puestos.

Además de tener que trabajar en la calle, tienen que encargarse de los hijos en la casa. Debido a que no tienen dónde dejarlos. Muchas cargan con ellos en brazos dentro de sus negocios o en puestos ambulantes.

Los ingresos de estas mujeres son variables, muchas cambian su mercadería dependiendo de la época para así tener movimiento económico todo el año, pero ni siquiera eso garantiza que puedan contar con algo seguro cada mes.

Es hacia este sector que todavía no se han volcado los beneficios de parte del Gobierno asegura Estrada.

Estas mujeres no gozan de los beneficios que tienen las trabajadoras del sector formal tales como la lactancia, la baja médica en caso de embarazo, enfermedad o las guarderías de apoyo para el cuidado de sus bebés.

Es por esto que Estrada cuestiona la falta de políticas para estas mujeres. Señala que para este sector no se han implementado guarderías, lavanderías o comedores populares que puedan garantizar la mejor calidad de vida y condiciones de trabajo, tal como sucede en el mercado formal.

“Podría existir iniciativas orientadas para ello, no hacerlo es explotar la fuerza de trabajo femenina, pero nuestras autoridades no ven el tema de esa manera y no hacen nada por ayudar a este sector”.

Lamenta que las mujeres del ámbito informal no tengan a quién exigir medidas que puedan ayudarles en su vida cotidiana, salud y bienestar.

Tania es uno de esos ejemplos. Trabaja aproximadamente once horas al día ambulando por la ciudad con una carretilla que lleva piña, papaya o sandía, según la época.

Se creó su propia fuente de empleo porque después de migrar de Oruro a Cochabamba, en busca de mejores condiciones económicas, no encontró un empleo en el sector formal que le diera un sueldo digno.

La experiencia le dio capacidad para responder a otro tipo de trabajos.

“He sido discriminada por ser mujer en varios trabajos. Por ejemplo quería ser ayudante en una constructora, por que vi que algunas mujeres ya hacen ese trabajo, pero no me quisieron recibir porque tengo un hijo y pensaban que me podía faltar”.

A Tania no le quedó más opción que invertir en la compra de una carretilla y frutas para salir a las calles a vender estos bocados porque tiene un hijo que mantener.

Señala que las posibilidades para las mujeres que no pudieron terminar el colegio o asistir a la universidad tal como ella, son cada vez más cerradas en el mercado laboral.

“Solamente nos queda volcar nuestro esfuerzo a las calles y a los mercados. El comercio es una opción para nosotras y más aún siendo madres o teniendo un hogar que mantener en muchos casos solas”.

Falta de apoyo

“Las mujeres del sector informal trabajan en medio de la precariedad, las autoridades no se preocupan por mejorar sus condiciones”

Cecilia Estrada

Feminista y docente universitaria

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