jueves, 21 de julio de 2016

El Club de las “Malas Madres” desafía los esquemas de Tarija



“Auténticas superwoman” o “mujeres todoterreno”, así es como se establece que tienen que ser las madres de hoy. Y es que la presión de la sociedad sobre las mujeres es innegable. Y lo es mucho más en Tarija, cuya sociedad aún no ha dejado sus viejos patrones.

Suegras, madres, tías y demás exigen a las flamantes mamás ser “mujeres todoterreno” y eso es imposible en la sociedad actual. Sin embargo, todas las féminas que tienen hijos, en mayor o menor medida, intentan ser así dando como resultado un verdadero estrés y un estado de angustia que, en algunas ocasiones, les lleva a creer que están a punto de estallar.
Andrea Gutiérrez se preocupó mucho cuando su hijo le dijo que veía “las líneas torcidas”. Pidió el día libre en el trabajo para ir a la consulta del oculista, el problema no podía esperar. El especialista, después de examinar detenidamente al pequeño, dictaminó: “El niño no tiene problemas de visión, pero sí el flequillo demasiado largo, señora… ¡igual debería llevarlo al peluquero y no al médico! Andrea salió disparada de la consulta hacia el peluquero. Esa misma noche solicitó su entrada al club de “Malas Madres”. Allí la recibieron con aplausos y carcajadas. Pero ¿de qué se trata?
“Malas Madres” es un club online a la que cualquier mujer del mundo de habla hispana puede ingresar, pero más allá del entretenimiento y el apoyo de grupo, el club revela un fenómeno creciente que atañe a madres que no sólo cuidan a sus hijos sino que deben lidiar con el trabajo, el tiempo para el esposo, las amigas y el tiempo para ellas mismas. Este dividirse de la mujer a menudo está muy mal visto para sociedades como la tarijeña.
“Queremos ser madres, pero también mujeres”, es el lema fundamental del club y continúa: “Estamos hartas de que nos etiqueten como progenitoras: teta o biberón… no hay matices. Venimos a reivindicar que seguimos siendo mujeres y no somos perfectas, ni superwomans, y que, además, no nos conviene para nada el tener superpoderes”, explica Laura Baena, quien fundó el club hace cuatro meses y que admite tener “pensamientos impuros de mala madre” como irse de campamento o asistir a una fiesta. “¡Queremos echaros de menos!”, destaca. En las bases fundacionales del club se reconoce que detrás de una #malamadre (etiqueta en las redes sociales) hay un #buenpadre “que cocina mal, pero lo intenta, (…) y que por las noches es sordo como una tapia”, una #buenaabuela “que lo critica todo, pero con amor”. Unos #buenos hijos “con pilas inagotables que mandan sobre todas las cosas”. Y “una sociedad que te mira de reojo porque no te dedicas exclusivamente a tus hijos, tienes metas en la vida y planes en los que no entran tus niños”.
Sin embargo, se deja en claro que siempre harán “lo mejor” por sus hijos, “que han venido a cambiarnos las vidas y a darnos de cara con una realidad que pensábamos sería más llevadera, pero no queremos olvidarnos de nosotras. Y venimos a quitarnos los complejos, a reírnos de nosotras mismas, a reconocer que no llegamos a todo, que soñamos con descansar los lunes y que nos encanta la comida basura cuando cae la tarde (…)”.
Ése, es el club de Malas Madres que poco a poco va ganando adeptas no sólo a nivel internacional sino también en Tarija, donde muchas jovencitas admitieron haberse unido a él.

Tarija y sus prejuicios
Como en todas las ciudades más conservadoras del mundo, Tarija no ha dejado atrás sus esquemas. Hasta los años 90 las mujeres tenían en promedio cinco hijos o más, en este contexto trabajar era contradictorio con el cuidado de los hijos, por lo que preferían quedarse al cuidado de éstos durante todo el día. Además la sociedad así lo exigía.
De esta manera, las responsabilidades de la mujer eran la huerta, los trabajos de casa y por supuesto los niños. Empero, hoy todo ha cambiado.
Laura Zúñiga después de 25 años, se sorprende de la transformación que ha tenido la maternidad y la forma de criar a los niños.
Admite que para ella es difícil aceptar que su hija trabaje, vaya al gimnasio, se reúna con amigas y en horarios laborales deje a su hija de tres años en la guardería. “Las mujeres de antes éramos dedicadas al cuidado de los hijos, no salíamos a ninguna fiesta ni trabajábamos”, afirma mientras suelta una tímida risa.
Empero, Laura no es la única mujer en Tarija que piensa de esta manera, pues un breve sondeo realizado por El País eN a madres jóvenes reveló que de 30 consultadas 20 afirman sentirse presionadas por el fantasma de la maternidad antigua.
Claudia Herrera (20 años), mamá de Isabel de apenas tres meses, asegura que lo más difícil de la maternidad, fuera de los trasnoches y cuidados diarios, es el tener que enfrentar las continuas críticas en su entorno, mismas que ponen en entredicho su capacidad de ser madre, sólo por preocuparse de recuperar su aspecto físico para poder usar la ropa juvenil que le gusta.
“Me siento tan capaz de ser una buena madre, me parece ridículo que se pongan a criticarme y tildarme de inmadura, de mala madre, por querer ir a un gimnasio a recuperar mi figura o por mi gusto vistiendo. Me dicen que debo ser más recatada y no sólo ser madre sino parecerlo con batones y ruleros. Es injusto que me critiquen de cría sólo por mi juventud”, dice molesta por los comentarios que recibe tanto en su ámbito familiar como de las amistades cercanas a su familia.
En otro caso, Julia Castro, plenamente feliz por ser madre, pero en ocasiones motivada a desaparecer para no escuchar más llanto, sufrió lo que se denomina: depresión postparto. La terapia le ayudó a salir de este inquietante cuadro para entender que su agotamiento no le hacía peor ni mejor madre sino más bien un ser más humano.
Julia asegura que tanto su familia como su pareja cuestionaron su aptitud por la maternidad, pues sus depresiones fuertes le impedían atender a su hija y mucho menos a su esposo. Sin embargo, su estado emocional no era algo que podía controlar en ese momento y las críticas sólo la empeoraban.
Para la psicóloga Claudia Bernal, Tarija es una sociedad muy conservadora que ve con malos ojos una cesárea, censura el dar biberón, critica el que los padres dejen a los niños en una guardería y peor aún “habla de más” para la madre que en vez de estar las 24 horas con su hijo se da tiempo para trabajar y para su arreglo personal.

“Malas madres” o
“Mujeres orquesta”
Sin duda los tiempos han cambiado. De acuerdo al club “Malas Madres”, las llamadas así por la sociedad son aquellas que se han convertido en “mujeres orquesta” que no sólo se dedican al cuidado de sus hijos sino al trabajo, al esposo y a ellas mismas. Algunas abuelas dicen: “Qué difícil lo tienes ahora para triunfar”. Ya no basta con tener hijos estudiosos y educados.
Ha quedado demostrado que triunfar hoy día para la mujer implica ser una madre responsable, una brillante profesional, tener un grupo de amigas, aprender a ser independiente a nivel emocional y económico; tener tiempo para leer, hacer ejercicio, practicar aficiones, entrar en una talla 40 el resto de su vida, tener al lado a un hombre que valore su esfuerzo, su trabajo, la quiera tal y como es, sea cariñoso y comprensivo, y sepa compaginar con ella las tareas domésticas y la educación de los hijos.
Demasiados roles, exigencias y expectativas altísimas, que hacen que las mujeres tengan la sensación de estar en todo sin llegar a nada.
Pero más allá de todo esto, el club recomienda que cuando usted crea que no está cumpliendo a la perfección con la atención de sus hijos, no se valore a sí misma de forma negativa. Hay madres que se creen “malas madres” por no cumplir con sus expectativas o las que impone la sociedad.
En relación a esto, los psicólogos recomiendan no puntuarse en función de la cantidad de tiempo que dedica a los niños. Lo que debe valorar y a lo que debe dedicar atención es a la calidad de las relaciones y el vínculo con sus hijos. “Tampoco se le ocurra sentirse culpable por compaginar su maternidad con su labor como profesional, por dedicar tiempo a salir a correr o querer leer un libro a solas y tranquila en el sillón. Sus hijos serán más felices si su madre se siente satisfecha, plena y profesionalmente realizada. No se engañe convenciéndose de que ser madre es suficiente para sentirse completa”, detalla Bernal.
Y agrega “Si consigue compaginar su trabajo, su pareja, su vida social, el tiempo que se dedica a sí misma y el de los hijos, comprendiendo que no es perfecta, será más feliz que si vive de forma abnegada y con sacrificio la relación con los niños”.

El club de “Malas Madres” gana adeptas en Tarija
Laura, Claudia, Julia y Andrea son cuatro tarijeñas que ya forman parte de este club internacional (clubdemalasmadres.com). Aseguran que pertenecer a éste les ha ayudado con el nuevo rol que deben desempeñar, pues ahí se dan consejos para equilibrar las actividades y sobre todo se motiva el equilibrio entre ser mujer y ser madre.
“Hay un día a la semana que se llama #malamadrear, se trata de un día en el que toda #malamadre se toma tiempo para oxigenar su mente, sentirse de nuevo persona y echar de menos a los buenos hijos y al buen padre (si lo hay). La condición indispensable del club es que dure al menos una hora y que tenga lugar a una distancia mínima de 10 kilómetros del hogar familiar”, explica Claudia. Al mismo tiempo aclara que este club de ninguna manera relega a los hijos sino más bien ayuda a las mujeres a ser más felices equilibrando todos los roles que deben cumplir en la sociedad actual. “Malas Madres es una forma sarcástica de llamarnos y que busca satirizar los prejuicios de las mujeres antiguas. En el club nos ayudan a ser madres en la sociedad actual, a convivir con los prejuicios y a evitar que nuestra vida termine en un caos”, concluye.

Natalidad decae en el departamento de Tarija

Pero el nuevo rol que debe jugar la mujer en la actualidad (mujeres orquesta) no sólo está cambiando la forma de criar a los hijos sino también está influyendo en el número de hijos que se desea tener, pues no es fácil lograr un equilibrio con una gran cantidad de hijos.
Diferentes estudios revelan que con el desarrollo de la última década en el país, la tasa de fecundidad ha ido descendiendo progresivamente. La tasa considerada óptima para el desarrollo sostenible mundial según la Organización Mundial de la Salud es de 2,6 nacimientos por mujer.
Los datos del Servicio Departamental de Salud (Sedes) Tarija señalan que el departamento ya está en esos niveles, y con tendencia a rebajarlo.
Según el estudio “Características y Situación de la Fecundidad en Bolivia”, la caída de la tasa de fecundidad en los países europeos se atribuye a dos factores: por una parte, el progreso de las técnicas anticonceptivas, muy accesibles y por otra parte a la disminución del número de niños deseados como consecuencia de los cambios económicos y sociales.
En el caso de Tarija, el responsable del programa Madre-Niño del Sedes, Wilber Leytón, hizo una relación de la tasa de fecundidad, de 1998 y de diez años después. Con ella mostró en base a la Encuesta Nacional de Demografía Salud (ENDSA) que en ese periodo, en el área rural bajó de 7,9 a 3, y en la urbana disminuyó de 3,7 a 2,1; lo que hizo que en general que redujera de 3,8 a 2,5; inferior al promedio que se espera en el mundo, que es 2,6.

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