miércoles, 27 de mayo de 2015

Lourdes Guevara vende periódicos y revistas en diferentes calles de Cochabamba


Puede que los 78 años que la canillita Lourdes Guevara lleva encima la hayan debilitado físicamente, pero su mente se resiste al paso del tiempo.

A pesar de que Lourdes ya no escucha bien y tiene dolencias de cadera y espalda -por mencionar solo algunas- todos los días, a las dos de la madrugada en punto, desarrolla de forma entusiasta el oficio que heredó de su padre: la venta de periódicos.

Con la voz más elevada de lo normal (casi gritando) y a menos de cinco centímetros de distancia de su oreja izquierda, se le preguntó ¿Hace cuánto empezó a trabajar como canillita?

En ese primer intento de conversación ella no escuchó la pregunta. Apenada pidió a una de sus parientes que le ayude a oír. Tras repetirle más fuerte y un par de veces más la pregunta, Lourdes pudo responder.

Contó que cuando tenía ocho años de edad empezó a recorrer las calles vendiendo periódico, pero no lo hacía sola, sino junto a su papá que era novidente.

Lourdes y su padre emprendían caminatas largas por diferentes calles de la ciudad para vender periódicos. Ella era la guía.

Tras la muerte de su padre, Lourdes heredó su oficio, sin embargo con el paso del tiempo éste es más duro.

“Así llueva, haga viento, frío o calor, nosotros tenemos que salir a vender el periódico todos los días del año”, indica, a tiempo de agregar que su única jornada libre es en el feriado del primero de mayo.

Al margen de ese día, el resto se levanta a las dos de la madrugada o antes y hace fila para recibir los ejemplares que reparten los diferentes medios de comunicación escritos.

Tras acomodar los periódicos, Lourdes carga más de medio centenar en sus brazos y sigue la misma ruta de siempre: desde la avenida Heroínas entre Baptista y Ayacucho, hasta la Recoleta, a pie. Luego vuelve, también caminando, hasta el mercado de la calle 25 de Mayo y Jordán. Su jornada laboral termina cerca del mediodía.

Después de su ardua labor, retorna a su casa y prepara almuerzo para algunos de sus nueve hijos y de sus 16 nietos.

A pesar de que muchos de sus hijos e incluso sus clientes le dicen que ya no debería trabajar, ella se resiste porque piensa que solo su trabajo le da fuerza para vivir.

Por eso, en el marco del Día de la Madre, recomendó a las mamás que, mientras puedan trabajen. “A esta edad uno no puede ir mendigando”, dijo.

Específicamente en su caso, confesó que “el cuerpo le pide que siga trabajando”.

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