jueves, 5 de marzo de 2015

Girl Rising, la lucha de Malala inspira a voluntarias bolivianas

"Un niño, un profesor, un lápiz y un libro pueden cambiar el mundo”, reza una de las frases de la joven pakistaní Malala Yousafzai, cuyo empeño por estudiar la hizo merecedora del premio Nobel de La Paz, no sin antes haber sido blanco de un atentado terrorista. Su lucha inspiró un documental y una acción global para la educación de niños y niñas de la que Bolivia forma parte.
Girl Rising es una campaña mundial, sin fines de lucro, que defiende el derecho de todas las niñas y mujeres a ir a la escuela. El pilar para su creación fue el documental de 2013, del mismo nombre, que cuenta la historia de nueve niñas de países en vías de desarrollo y el desafío que implica para ellas acceder a la educación a pesar de su entorno.
El filme nació como una forma de apoyo a la lucha de Malala Yousafzai y se convirtió en un movimiento mundial.
Desde finales de 2013, la campaña sin fines de lucro existe en Bolivia bajo el programa Niñas Autoras de su vida. Éste fue creado por la embajadora de Girl Rising en el país, Viviana Rodríguez, de 37 años.
"En octubre y noviembre de 2013 comencé a trabajar en este programa , el objetivo es apoyar a niñas que han estado en situación de calle, han sido víctimas de trata y tráfico, de violencia o violación, o tienen embarazos precoces, y que en algún momento de sus vidas abandonaron sus estudios o muchas de ellas ni siquiera ingresaron a la escuela”, detalla Rodríguez.
El cambio en La Paz
Esta campaña trabaja desde 2014 hasta la actualidad en el Hogar Marcelina, que pertenece a la Fundación Alalay.
El objetivo de las voluntarias es apoyar a las niñas que viven dentro del Hogar en la reinserción escolar, y acompañarlas en este proceso para motivarlas en su aprendizaje.
El propósito se lleva a cabo a través de una malla curricular que plantean las voluntarias sobre las diferentes materias, en las que en forma didáctica y lúdica buscan reforzar los conocimientos que se les brinda en las unidades educativas a las que asisten.
"La idea es que los voluntarios enseñen como a ellos les hubiese gustado aprender”, indica Rodríguez.
Todos los sábados en la mañana los voluntarios de Girl Rising acuden a este centro para brindar clases personalizadas, desde matemáticas hasta gramática, que niñas de nueve a 19 años necesitan para mejorar su aprendizaje, sus calificaciones y, de esta forma, sus oportunidades a futuro.
El material utilizado en las dinámicas es elaborado a partir de materiales inservibles que los voluntarios encuentran en sus hogares o fuentes laborales. Así, a través del ejemplo, promueven la reutilización y el reciclaje.
En 2013, Viviana Rodríguez vio el documental Girl Rising en la cadena de televisión CNN.
Después de la difusión del filme, Girl Rising hizo una convocatoria abierta y por Internet a personas de todo el mundo para participar de una pasantía en Nueva York, Estados Unidos, y también para elegir a los embajadores de esta campaña a nivel regional.
Rodríguez ganó ambas convocatorias y pasó un mes asistiendo a las oficinas de la campaña. Cuenta que ese fue "su motor” para impulsar un proyecto de educación alternativa en Bolivia.
Los retos y desafíos
Las voluntarias Sandra Rojas, de 24 años, y Daniela Taboada, de 29, cuentan que todos los sábados inician las actividades con una dinámica grupal que busca integrar a las participantes.
Debido a sus experiencias de vida muchas veces no tienen ánimo de participar. "Lo que pretendemos a través de las dinámicas, es empoderar a las niñas con el fortalecimiento de su autoestima. Se trata de que sepan que tienen el poder de cambiar su vida y su destino”, explica Taboada.
En 2015, las dinámicas se centran en la generación de hábitos que propicien la felicidad de las participantes. Parte del trabajo fue y es leer Yo soy Malala, libro de la activista pakistaní y de Christina Lamb.
Rojas se encarga del área de matemáticas y reconoce que las niñas o adolescentes tienen miedo a los números. "Cada niña tiene un interés diferente. Para reforzar su conocimiento utilizamos colores, comida, juegos, tratando de que sea divertido y práctico”, asevera.
Cada tres meses se realizan evaluaciones para ver cuánto recuerdan las participantes de las dinámicas. Un 70% demostró recordarlas.
Los voluntarios han creado un vínculo con las participantes. Hubo momentos e historias que conmovieron a los miembros de Girl Rising.

La coraza de las niñas que han experimentado violencia o situación de calle es casi impenetrable, pero el saber que hay un interés genuino por su futuro, poco a poco, genera cambios, así toman conciencia de que en sus manos está volverse artífices de un cambio en la sociedad.

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