lunes, 29 de septiembre de 2014

Mujeres bolivianas en zonas de post conflicto armado

VALENTÍA | CONOZCA LOS TESTIMONIOS DE MUJERES BOLIVIANAS QUE SE HAN DESEMPEÑADO COMO OBSERVADORAS MILITARES O “CASCOS AZULES”.

Texto y fotos: E. Grisel Cabero L. (Corresponsal CIMB XIV-CONGO)

En 1995, Bolivia fue invitada por una comisión de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para contribuir con tropas de mantenimiento de paz en zonas de conflicto o post conflicto armado, es así que en 1996 envió al primer Casco Azul Boliviano, Cnl. DAEN. Carlos F. Borja Pedrazas, al Golfo Pérsico (Kuwait) en Irak, como integrante de un contingente argentino.

El 22 de Mayo de 1997, Bolivia firmó el Memorándum de Entendimiento con la ONU, mediante el cual se comprometió a participar activamente con observadores militares y contingentes en operaciones de paz, siendo el primer país en Latinoamérica y el octavo a nivel mundial, en asumir la tarea de mantener la paz y contribuir a la reconstrucción de países conmocionados por sus conflictos internos.

Bolivia dio inicio a su participación en diversas misiones de paz el 4 de mayo de 1999, enviando un primer contingente de 70 “Cascos Azules” a la República de Angola, que logró la pacificación en el lugar.



LA INCURSIÓN DE MUJERES

La evaluación positiva del accionar del contingente boliviano por parte de la ONU, permitió que Bolivia, posteriormente, aplique “más esfuerzos para incorporar a la mujer en estas actividades”, dice el Gral. Div. Omar Salinas Ortuño, Comandante General del Ejército. En 2001, se dio inicio al desplazamiento de la primera observadora militar en el mundo, la Cnl. DAEN. Xiomara Baldiviezo, a Sierra Leona y de las primeras mujeres “Cascos Azules” a la República Democrática del Congo.

Las mujeres que integran los diferentes Contingentes Bolivianos como “Cascos Azules”, son sometidas a un proceso de selección estricto que consiste en una serie de pruebas (psicotécnicas, físicas, de conocimientos, etc.) y del idioma inglés para las observadoras militares.

Las mujeres que obtienen los más altos puntajes, son habilitadas para integrarse al Centro de Operaciones de Mantenimiento de Paz del Ejército de Bolivia (COMPEBOL), allí se entrenan en más de 30 temáticas; referidas a tareas operacionales y de asistencia humanitaria, para “interoperar en un área de conflicto o post conflicto armado dentro de un entorno multinacional y multidisciplinario” para efectuar operaciones de ayuda humanitaria, especiales, de mantenimiento de la paz y de rescate en casos de desastres naturales.



MUJERES EN EL ÁREA DE MISIÓN

Las mujeres que son parte de las distintas operaciones de mantenimiento de paz, sea como observadoras militares o “Cascos Azules”, no sólo desempeñan tareas en sus respectivas profesiones, sino también en las operacionales. Además tienen la posibilidad de ganar mayor confianza y acercamiento de la población local y por ende conocer más de cerca la situación por la que ésta atraviesa, para luego informar acerca de las necesidades que tiene la población, siendo por tanto el apoyo más efectivo en la recuperación de un país que vive los efectos de un conflicto interno armado, acelerando “el proceso de estabilidad civil, mantenimiento, reconstrucción y consolidación de la paz, además de la promoción de la defensa de los derechos humanos y las tareas de ayuda humanitaria”, señala la Cnl. Sarah Aramayo, Observadora Militar R. D. del Congo, 2004-2005 y 2008-2009.



LOS OJOS Y OÍDOS DE UNA MISIÓN DE PAZ

“El Observador Militar, se constituye en los ojos y oídos de una Misión de Paz, somos el enlace entre los grupos rebeldes, población, ejército y la ONU. Realizamos día a día, una serie patrullajes junto a agencias y organizaciones de ayuda humanitaria con el objetivo de investigar la situación de los pobladores y detectar la presencia de grupos rebeldes, obtenemos información, mandamos reportes del escenario al Cuartel General de la ONU, que ayudan a determinar acciones destinadas a prevenir ataques y atropellos contra la población. Y de acuerdo a esto se envían contingentes para la seguridad de la población. Dependiendo de la situación, ejecutamos también tareas de mediación, negociación para rescatar personas que los rebeldes retienen como prisioneros de guerra. Por otra parte cumplimos tareas de desarme, desmovilización, rehabilitación y reinserción de los combatientes de las fuerzas rebeldes”, manifiesta la Cnl. DAEN. Xiomara Baldiviezo, Observadora Militar Sierra Leona, 2001-2002 y R.D. Congo, 2012.

De acuerdo a la experiencia obtenida como Casco Azul y corresponsal de la Compañía de Infantería Mecanizada Bolivia XIV-CONGO, debo manifestar que nuestra presencia, en localidades donde el conflicto interno todavía permanece, constituye en un alivio para la población. “Cuando vemos mujeres llevando uniforme, tenemos mas confianza y acercamiento para contarles los que nos pasa”, me dice Neema, de la región de Kavumu (Kivu Sur), esto, debido a que la mayoría de las mujeres fueron objeto de violencia por parte de rebeldes que visten uniforme.

Las mujeres que integraron las diversas Compañías de Infantería Mecanizada, en el Congo, cumplieron diversas tareas, no sólo en el área de salud (doctoras, odontólogas, bioquímicas, enfermeras, auxiliares de enfermería), humanidades (psicóloga) y sociales (corresponsal), sino también en tareas operacionales, tales como patrullaje de reconocimiento y guardia, destinados a mantener la vigilancia y seguridad del perímetro interno y externo de las bases asignadas, 24 horas del día. Sin duda, cada una de las mujeres que participamos en las distintas Operaciones de Mantenimiento de la Paz en la República del Congo, albergamos en nuestros corazones muchos recuerdos que adquirimos mientras cumplíamos nuestras tareas; vivencias que sin duda marcaron y marcarán por siempre nuestras vidas, no solo para valorarnos y superarnos como personas, sino para valorar y trabajar aún más por Bolivia.

Resulta difícil escribir estas historias sin derramar lágrimas, pues no sabemos si las personas que ayudamos, aún siguen con vida o probablemente han muerto víctimas de alguna masacre, sometimiento, violencia sexual, explotación, pobreza o enfermedad. Como mujeres, estamos conscientes de que no vivimos en un país de maravillas, pero que a diferencia de las personas que ayudamos, gozamos de libertad, derechos, familia y de un país libre, independiente y soberano. Es cuestión de que nos organicemos, hagamos cumplir y respetar nuestros derechos, pero que también cumplamos con nuestras obligaciones.Además de respetar y defender los derechos humanos de todas las personas.

Nunca debemos olvidar, que está en nuestras manos el poder de cambiar nuestra realidad y que juntas debemos luchar para acceder a mejores servicios básicos de salud, educación y trabajo: Cuando una mujer prospera dentro de una sociedad, automáticamente el estado, el país, también es beneficiado con progreso y avance.

Los contingentes bolivianos que se desplegaron al continente africano y que continúan desplazándose también por Centro América, a países que permanecen en periodos de post conflicto, se encuentran conformados por mujeres y hombres, oficiales militares, suboficiales, sargentos, soldados y profesionales civiles de diversas áreas, con valor, coraje, decisión y la férrea voluntad de cumplir la misión encomendada por la patria y el mandato de las Naciones Unidas.



TESTIMONIOS

“Realizaba un patrullaje, en una localidad en la que había un grupo de niños, entre los 7 y 8 años de edad que eran rechazados por su comunidad, debido a que habían sido secuestrados por un grupo de rebeldes llamados “los chicos del oeste”, quienes los habían drogado, entrenado sádicamente, obligado a beber y a traer la cabeza de su padre o de su madre, si querían sobrevivir. En el rostro de estos niños no se veía la inocencia, puesto que ya habían matado y violado” (Cnl. DAEN. Xiomara Baldiviezo, Observadora Militar Sierra Leona, 2001-2002y República Democrática del Congo, 2012).

“Me encontraba, realizando un patrullaje en Nosoyogongo (Brigada Norte), acompañando a la Oficina de Género y Derechos Humanos. Esa localidad, había tenido un exceso de violencia, 200 mujeres, entre niñas y ancianas, habían sido violadas por tropas rebeldes que habían pasado por el lugar, vimos como las mujeres clamaban justicia e igualdad en el trato, mientras lloraban” (Cnl. DAEN. Sarah Aramayo, Observadora Militar R.D. Congo, 2004-2005 y 2008-2009).

“Era desesperante ver a niñas cargando un bebé, pues era difícil saber si eran sus hijos o hermanos, esto por los permanentes abusos sexuales a los que son sometidas no solo las mujeres sino también las niñas. Haciendo ver que la mujer en el Congo es casi invisible, sin derechos, sin educación, sin oportunidades, considerada como objeto sexual, destinado a satisfacer las necesidades de los hombres o para ser comercializada, incluso por sus familiares a cambio de alimentos, sobre todo” (Dra. Violeta Aragón, Responsables Equipo de Salud, CIMB VIII-Congo, 2005-2006).

“Las mujeres son tan desvalorizadas en el Congo, que sus maridos, por la religión que profesan, tienen derecho a tener varias mujeres. Entregar una dote a su familia, que puede ser recuperada, si al cabo de tres meses, la mujer no le sirve. Lo increíble es ver cómo estas mujeres se desviven para ser visitadas por el marido, quien incluso tiene derecho de comercializarlas a cambio de comida o dinero.” (Lic. Verónica Ramírez, Psicóloga CIMB VIII-Congo, 2005-2006).

“En una localidad vimos como las mujeres llevaban adelante un ritual, donde la curandera usó como bisturí una calamina para extirpar el clítoris de mujeres de tres a 27 años, luego colocó hojas de malva sobre las heridas. El fin era hacer que estas mujeres cumplan un rol reproductor y no sientan placer. Si las mujeres viven, bien, pero si mueren es porque eran brujas, decía la curandera” (Cnl.DAEN. Xiomara Baldiviezo, Observadora Militar Sierra Leona, 2001-2002 y Congo 2012).

“Era más de la media noche y mientras cumplía con la guardia, en Kavumu (Kivu Sur), para dar seguridad, vi que una sombra se aproximaba a mi puesto, mientras se quitaba la ropa, para ofrecerme su cuerpo a cambio de un biscui (galleta).

Eran vanos mis esfuerzos de hacerle entrar en razón, una vez que se me aproximó, se percató de que era una mujer soldado, fue tanta la vergüenza que sintió la mujer congolesa, que se vistió lo más rápido que pudo y se alejó del lugar pidiéndome perdón, un perdón que era repetido varias veces.” (Doris Oblitas, Enfermera CIMB XIV-Congo, 2009).

“Era triste cumplir la guardia en las tardes, ya que podía ver claramente como un halcón después de dar varias vueltas por mi puesto de seguridad, cazaba y si dejaba caer su alimento, un grupo de niños y niñas se aproximaban rápidamente a recoger los restos para comerlo vorazmente, casi crudo, después de hacer una pequeña fogata” (Lic. Grisel Cabero, Corresponsal CIMB XIV-Congo, 2009).

“Es tanta el hambre que existe, que las mujeres se ven en la necesidad de comer y dar de comer a sus hijos carne en putrefacción, pese a las moscas que pululan. La población se ve diezmada, sino es por los ataques, por las enfermedades, sobre todo por la desnutrición” (Cnl. DEM. Rosa Ana Borda, Observadora Militar R.D. Congo, 2007 y Sudan del Sur, 2011).

“Mientras cumplía la guardia, era muy doloroso ver como los niños y niñas sobre todo, se reunían en la noche alrededor de nuestro alumbrado, para aprovechar la luz que teníamos, para poder estudiar, ya que ellos no cuentan con servicios básicos de salud, incluso algunos no tienen ni velas” (Daniela Mendizábal, Aux. de Enfermería, CIMB XIV-Congo, 2009).

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