lunes, 31 de marzo de 2014

Documental revela violencia que sufren mujeres en el Cerro Rico

El estreno en Bolivia del corto documental español “Minerita”, dirigido por Raúl de la Fuente, ha permitido alumbrar una realidad poco conocida por los bolivianos: las precarias condiciones laborales, de seguridad y salubridad en que viven y trabajan las mujeres en el Cerro Rico de Potosí.

Tras la reciente proyección del corto en las ciudades de Cochabamba y La Paz, cientos de ciudadanos han tenido oportunidad de conocer el drama que enfrentan las tres protagonistas del filme y, a través de ellas, el que viven las 130 mujeres empleadas en el Cerro Rico.

EXPLOTACIÓN “No tenemos ni agua potable ni luz”, relata Lucía Armijo Gutiérrez (41), una de las tres protagonistas del documental, que fue recientemente reconocido con un premio Goya en España. “Prácticamente, trabajamos las 24 horas del día”, añade Armijo, en referencia a labores de “guarda” (serenas) que realiza en las bocaminas del Cerro Rico.

Como tantas otras mujeres, doña Lucía tiene bajo su responsabilidad el resguardo de las minas, así como de la maquinaria y las herramientas con que en su interior trabajan los mineros, para evitar los eventuales robos a las que están expuestas.

Desde hace 22 años, ese trabajo le exige vivir en una pequeña y precaria vivienda (llamada “casilla”) ubicada en las cercanías de la bocamina, estar pendiente de que nadie ajeno a las minas ingrese a robarse minerales o herramientas y protegerse a sí misma y a sus cinco hijos de los abusos sexuales que, con frecuencia, intentan cometer contra las mujeres algunos mineros, en especial aquellos que se emborrachan.

Para su protección solo dispone de un silbato y dinamita, que no duda en encender y hacer explotar siempre que necesite ahuyentar a posibles ladrones y/o agresores.

Aun siendo tan riesgoso y demandante, el servicio que doña Lucía presta apenas le reporta un ingreso mensual de entre 400 y 800 bolivianos, aportado por las cooperativas mineras que explotan principalmente zinc, plata y estaño en el Cerro Rico.

En ese rango se hallan los montos que reciben las 130 mujeres que trabajan en el lugar, según datos del Centro de Promoción Minera (Cepromin).

INSEGURIDAD Doña Lucía debió ausentarse unos días de sus labores de “guarda” en el Cerro Rico para viajar a Cochabamba y La Paz, donde se presentó “Minerita”. No viajó sola. La acompañaron Ivoneth Mamani Porco (18), otra de las protagonistas del documental, y dos profesionales del Cepromin.

El viaje le permitió también a Mamani compartir su experiencia en el Cerro Rico de Potosí, donde trabaja desde hace casi 10 años. El puesto de “guarda” lo debió asumir para ayudar a la manutención de su familia, pues su madre sufre una invalidez y su padre no trabaja. “No tenemos seguro de salud ni seguridad”, se queja. “Ni siquiera hay transporte que llegue hasta donde vivimos”.

Aun así, no oculta sus expectativas sobre el impacto que podría tener el documental a fin de mejorar su vida y la de las otras mujeres que viven en el Cerro Rico. “Quiero comenzar una vida nueva, sin violencia, sin abuso”, expresa. Un deseo que, con matices, también comparte doña Lucía: “Quiero bajarme del cerro y vivir en la ciudad”.

Filme premiado en España

“Minerita” es un corto documental de 27 minutos, dirigido por el realizador español Raúl de la Fuente. Fue filmado en 2013, en el Cerro Rico de Potosí, y mereció, en febrero pasado, el Goya (premio que otorga la Academia de Cine de España) al Mejor Corto Documental.

La sinopsis del filme refiere que “Minerita” cuenta la historia de tres mujeres, Lucía, Ivone y Abigail, que “trabajan como serenas o dentro de la mina y luchan por sobrevivir en un infierno no apto para la vida. Su única arma, coraje... y dinamita”.

El empujón que le otorgó el Goya despertó entre el público boliviano un alto interés por ver el documental y conocer la historia que cuenta.

De esa manera, la productora que hizo el corto permitió que el Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB) organizara su proyección en Bolivia, cabalmente en Cochabamba (el pasado 20 de marzo) y La Paz (25 de marzo).

Las exhibiciones convocaron a un gran número de espectadores, algunos de los cuales recibieron con agrado el trabajo. Sin embargo, otros lamentaron el tono “miserabilista” que habría adoptado el filme.

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