domingo, 24 de febrero de 2013

Machismo, silencio e injusticia son cómplices del feminicidio



Antes de que Hanalí Huaicho (36) ingresara a su última morada el miércoles, otra periodista, su colega, lamentó que hubiera tenido que morir de una manera salvaje para que el país se dé cuenta de que la violencia intrafamiliar es un cáncer que está maltratando silenciosamente a miles de mujeres y muchas terminan perdiendo la vida.
Tras que se supo que la periodista Hanali Huaicho murió el lunes después de recibir más de 15 puñaladas, presuntamente de su exesposo, el teniente Jorge Clavijo Ovando, el país gritó su consternación.

Después de los pésames y lamentos, autoridades, dirigentes de colectivos contra la violencia a la mujer y de las mismas víctimas que alguna vez fueron sometidas por un hombre, coincidieron en que el machismo, el silencio de la sociedad y de las afectadas, y una débil justicia en el país, son cómplices silenciosos del maltrato a la mujer.
Las cifras revelan una realidad aterradora. Hay más de 100.000 denuncias de violencia contra mujeres en Bolivia. De esas, solo 51 tuvieron sentencia. Otros datos oficiales también dan cuenta de que en 2012 se reportaron más de 120 feminicidios (asesinatos a mujeres por su condición de mujeres), figura jurídica que aún no está en el Código Penal de Bolivia.

La muerte de una mujer en manos de su pareja, en la justicia boliviana, es tratada como un crimen pasional y en caso de que no haya muerte, para que un varón sea detenido, la víctima tiene que tener un impedimento no menor a 30 días. Esto se convierte en una limitación por el machismo institucional de quienes atienden una denuncia. No faltó algún policía que justificó: “Algo le habrás hecho para que te golpee”.
Más de 10 organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres estuvieron, durante tres años, exigiendo que se apruebe una ley que incluya el feminicidio como delito y así terminar con ese vacío legal. Pasaron tres años y varias muertes para que el vicepresidente Álvaro García Linera se comprometa a gestionar esa norma, donde estará estipulado meter tras las rejas durante 30 años, sin derecho a indulto, a los autores de feminicidio, y en que se castigará con cárcel de cuatro a ocho años al hombre que golpee a una mujer. Para muchos, este último punto sigue siendo un castigo muy leve y creen que la sanción debería ser más dura.

La activista María Galindo critica hechos como la creación de refugios para mujeres maltratadas, porque eso implicaría sacarlas de su hogar después de haber sufrido abusos.
En este momento, cuando hay violencia en el hogar, se insiste en la conciliación entre marido y mujer y, finalmente, la sanción casi nunca llega y la mujer se ve obligada a desistir, pues de lo contrario corre el riesgo de ser aún más maltratada.
En un recorrido que hizo EL DEBER por el Plan 3.000 y la Pampa de la Isla, ocho de 12 mujeres coincidieron en que sienten que los policías restan valor a las denuncias y por eso prefieren callar.

Filomena Terceros, madre de tres hijos que vive en la avenida Virgen de Luján, cuenta que a ella la maltrataron casi toda su vida y que le costó denunciar a su esposo, el agresor.
En el caso de la periodista asesinada, ya es de conocimiento que Clavijo, sospechoso de su muerte, tenía denuncias sobre violencia doméstica en 2010 en el Tribunal

Disciplinario de la Policía Boliviana y que esa queja no fue atendida.
Otro caso ocurrido recientemente es el que vivió Keiko Chisaka, esposa y supuesta víctima del hijo del exalcalde paceño Julio Mantilla. Ella estuvo ocho horas en las celdas de la

Felcc de La Paz antes de ser revisada por un forense, pese a los evidentes golpes que recibió en la cabeza y mordeduras en su brazo provocados por su esposo, quien salió libre, presuntamente ayudado por abogados de un funcionario del Gobierno.

“La violación de los derechos de las mujeres debe interpretarse también desde el punto de vista de la consideración de sus cuerpos, razón que explica las características de violencia extrema que enfrentamos hoy y que se refleja en el creciente número de feminicidios o muerte violenta de mujeres por el solo hecho de serlo, ocurridos a lo largo del país”, señala el defensor del Pueblo, Rolando Villena en el informe “Feminicidio en Bolivia”.

La Casa de la Mujer de Santa Cruz reveló otro asunto preocupante: existen fallas en la normativa y en el procedimiento judicial, puesto que las víctimas deben esperar hasta dos años para ir a juicio, mientras sus agresores las amenazan.
La presidenta de la Cámara de Senadores, Gabriela Montaño, dijo que con la nueva ley se crearán juzgados y fiscales específicos para atender los casos. “Esa es la única manera para agilizar los procesos, porque quien no está sensibilizado, muchas veces agrede de nuevo a la víctima en lugar de garantizarle que no va a haber impunidad.

También advirtió que esa nueva norma contempla medidas en contra de los administradores de justicia que no cumplan con su deber.
De los miles de casos de violencia ocurridos en el país, muchos llegan a ser denunciados, pero ahí termina la historia muchas veces, puesto que las víctimas suelen hacer la denuncia, pero no el seguimiento.

Melina Rojas, divorciada desde hace tres años, madre de dos hijos y vecina del Plan 3.000, cree que las mujeres, al no ver sanción, no siguen el caso por miedo a sus parejas.

Esta realidad se ve reflejada en el sondeo que hizo el diario EL DEBER en su portal de Internet. Ante la pregunta, ¿Por qué no se denuncia la violencia en el hogar?, el 39% cree porque no hay castigo para el agresor, el 38% sostiene que por miedo a la pareja y el 23% porque le da vergüenza. El compromiso es iniciar una cruzada para que nunca más un hombre lastime a una mujer. Tuvieron que haber muertes para que reaccionen las autoridades y se hable de aprobar una nueva ley, donde se contemple el feminicidio

Eliminar la cultura de la violencia
Hernán Cabrera Defensor Del Pueblo De Santa Cruz
Nada justifica la violencia contra las mujeres y todos quienes proceden a agredir, asesinar, violar a las mujeres deben ser castigados y recibir la rigurosidad de la ley, ante lo cual la Defensoría del Pueblo plantea incorporar en el Código Penal el delito de feminicidio como una respuesta del Estado frente a la violencia extrema contra las mujeres y a la lucha contra la impunidad.
El elemento central de las noticias referidas a la seguridad ciudadana no es la cantidad de muertos, afectados o accidentados sino que lo que nos debe llamar a preocupación y nos debe interpelar es que estos hechos llegan a profundizar la cultura patriarcal, machista y discriminadora en franca vulneración y violación de los derechos de las mujeres.
Los datos son preocupantes porque la tendencia de hechos de sangre contra las mujeres se han incrementado desde hace algunos años. De acuerdo con lo señalado en el informe de la Defensoría del Pueblo sobre el feminicidio en Bolivia y según el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los DDHH sobre Bolivia, difundido en febrero de 2012, según los datos de la Policía, el número de homicidios de mujeres registrados durante los primeros siete meses de 2011 fue de 226 en comparación con 344 durante todo 2012, lo que representa un incremento del 60%. El Observatorio del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer registró en su monitoreo 65 feminicidios en el 2011, en ocho departamentos. La ONG Small Arms Survey situó a Bolivia entre los países donde los casos de feminicidio son muy altos.
Todos tenemos la obligación de erradicar la cultura de la violencia contra la mujer

“Me costó cinco años dejar a mi marido”
Amanda L. / Exvíctima De Violencia

¿Usted fue víctima de violencia intrafamiliar?
Durante mucho tiempo no sabía que era violencia intrafamiliar lo que yo vivía. Desde niña vi problemas en mi hogar. Mi padre le pegaba a mi mamá y así crecí, pensando que se trataba de una cosa normal dentro de las familias. Por eso quizá, cuando me casé, el hombre que era mi marido hizo de las suyas sin que yo me opusiera.

¿Qué fue lo que le sucedió?
Bajo la excusa de que no alcanzaba el dinero, empezó a darme golpes en la espalda. Él trabajaba de chofer de micro y por las noches me entregaba la renta. Ese dinero, que no era mucho, tenía que hacerlo alcanzar para la comida, el alquiler y los estudios de los niños. Pero la plata no alcanzaba y él se enojaba, me echaba la culpa.

¿Qué pasaba cuando se enojaba?
Me decía cosas feas. Que me gastaba la plata en pinturas. Se ponía idiota. Que él trabajaba como burro para que yo malgastara lo que ganaba. Había días en que no cocinaba con carne y eso lo enojaba más hasta llegar a los golpes.

¿Por qué no lo denunciaba?
Porque vivíamos en un pueblo y yo tenía miedo a la Policía. Siempre crecí con ese temor. Pensaba que ellos, como son hombres, iban a dar la razón a mi marido. Pero tampoco denunciaba porque pensaba que mi marido iba a cambiar por el bien de los hijos.

¿Y sus hijos veían de cerca la violencia?
Sí. Uno de ellos, el mayor, un día le dijo llorando que ya no me pegara, que si seguía así él se iba a ir de la casa.

¿Cómo se liberó de ese sufrimiento?
Después de cinco años, con mis cuatro hijos un día abandonamos la casa y nos vinimos a Santa Cruz. Nos escapamos. Nunca quiero que sepa dónde estamos

LA NUEVA NORMA

Proyecto de ley contra la violencia a la mujer

Artículo 252 Bis (Feminicidio).- Será sancionado con treinta años de privación de libertad sin derecho a indulto, quien diere muerte violenta a una mujer por su condición de mujer.

Artículo 270.- (Lesiones Gravísimas).- Incurrirá el autor o autora en la pena de privación de libertad de cuatro a ocho años, cuando de la lesión resultare cualquiera de las siguientes consecuencias: Una enfermedad mental o corporal, un daño sicológico permanente, cierta o probablemente incurable, la debilitación permanente de la salud o la pérdida o uso total o parcial de un sentido, de un miembro, de un órgano o de una función, la incapacidad permanente para el trabajo o la que sobrepase de noventa días, la marca indeleble o la deformación del rostro.

Mil millones de mujeres sufren en el mundo
Las cifras a escala mundial también son estremecedoras: mil millones de mujeres son violadas o golpeadas en el mundo. Eso quiere decir que una de cada tres mujeres sufre de un abuso perpetrado por un hombre.
Al igual que en Bolivia, esta dramática realidad, que se hace visible cuando una mujer pierde la vida en el seno familiar, ha empujado a la ONG V-day a pedir a la sociedad que se implique en este problema y ponga de relieve la situación de vulnerabilidad en que están tantas mujeres en el planeta.
El jueves, a escala mundial, llamaron a una protesta inusual: bailaron contra la violencia. Cientos de miles lo hicieron.

FRASES

“No habrá ningún tipo de atenuante hacia le criminal y el asesino que matara a una mujer por su condición de mujer”
Álvaro García Linera / Vicepresidente De Bolivia

“Hoy sabemos que un caso de denuncia de violencia que no sea oportunamente atendido puede terminar con la muerte de esa mujer”.
Gabriela Montaño / Presidenta De La Cámara Alta

“Mi mamá nos decía que no se separaba para que sus hijos no queden huérfanos de padre. Los hijos también somos víctimas”.
Gabriela C. / Hija De Mujer Victimada

ENTREVISTA

“Mi mamá aguantaba por nosotros”

Gabriela C. / Hija de madre golpeada

¿Qué tan cerca usted vio la violencia en su casa?
Mi papá le pegaba a mi mamá desde que yo tengo uso de razón. No sabía por qué pasaba eso. Ocurría de un rato a otro. Yo tenía miedo cuando se alistaban para ir a una fiesta, porque al volver, él, borracho, terminaba golpeándola a ella. Yo me tapaba los oídos para no escuchar los gritos.

¿Hablaba con su mamá de esa situación?
A un comienzo ni lo hablábamos. Solo ella decía que aguantaba a mi papá por nosotros, que no se separaba para que sus hijos no quedaran huérfanos de padre. Eso me dolía y me hacía sentir culpable. Fueron pasando los años y de pronto mi mamá se fue vengando de mi papá. Se puso rebelde y no le lavaba su ropa y cuando llegaba del trabajo la comida no estaba cocinada y lo hacía esperar.

¿Eso no generaba más violencia?
Un día, cuando mi papá le estaba pegando a mi mamá, yo me subí a mi bicicleta y fui a traer a un policía. Él me dijo que no tenía dinero para irse en taxi y me pidió manejar la bici y yo me subí a la parrilla. Llegamos a la casa y se lo llevó a mi papá, lo tuvo encerrado dos días, hasta que pidió perdón y se comprometió a que nunca más iba a alzar la mano en la casa.

¿Cómo está la situación en su casa en este momento?
Está muy bien. Mi papá es mayor con 10 años con mi mamá y los años ya le llegaron. Un día, para Navidad, pidió perdón de rodillas por todo el daño que nos había causado y dijo que iba a ser un hombre nuevo hasta que Dios se lo recoja. Hasta ahora está cumpliendo

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