lunes, 29 de octubre de 2012

Políticas en favor de las mujeres son un gran aliado del desarrollo



“Para la mujer japonesa es muy difícil ocuparse de los hijos y trabajar a tiempo completo”, afirma Naomi Nakamura, una kinesióloga de 35 años que vive en Yokohama y ahora está de licencia por maternidad para cuidar a su bebé de cuatro meses, señala un informe del FMI.

“En muchas empresas no se puede trabajar a media jornada y cuando la opción existe, la mujer siente a menudo que no le conviene por el clima de trabajo”, dice Nakamura, que también tiene un hijo de tres años, destaca la publicación realizada por Chad Steinberg, economista del Departamento de Estrategias, Políticas y Evaluación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Masato Nakane, autor de Can Women Save Japan? (¿Puede la mujer salvar Japón?).

El informe, difundido en la página www.imf.org, resalta que Nakamura debe hacer malabarismos para trabajar, criar a sus hijos y ocuparse de la casa. Cuando nació su hijo, tuvo la suerte de encontrar una guardería cerca del trabajo, pero ninguna que ofreciera actividades educativas. Por la mañana transportaba al bebé 20 minutos en el asiento trasero de la bicicleta y por la tarde regresaba a casa con la compra del día en la canasta delantera y su hijo detrás.

Como ocurre con la mayoría de los padres japoneses, la jornada laboral del marido de Nakamura se alarga hasta la noche, así que ella se ocupa de darles de comer a los niños, bañarlos y acostarlos. Luego cocina, cena tarde con su marido y los dos se van a la cama agotados.

Dificultad. La historia de Nakamura es la de muchas mujeres en todo Japón y en otras partes de Asia. La tensión diaria entre trabajo y hogar es tan abrumadora que muchas sienten que tienen que elegir entre una familia y una carrera.Los autores expresan que eso explica por qué el número de mujeres que trabajan fuera del hogar es menor en muchas economías asiáticas que en economías comparables.

La tasa de participación laboral femenina es 24 puntos porcentuales más baja que la masculina en Japón, y casi 22 puntos porcentuales menor en Corea. En ciertas economías de mercados emergentes de Asia, como Malasia e Indonesia, la diferencia es mayor; en China y Vietnam, por el contrario, no es tan pronunciada, debido en parte a preferencias sociales.

“Nuestro estudio —añaden— sobre las diferencias de la participación laboral femenina entre países y dentro de cada país a lo largo del tiempo muestra que influyen tanto los cambios demográficos como la política gubernamental, y que Japón y otros países asiáticos pueden hacer mucho para eliminar las barreras que obstaculizan esa participación y contribuir así a mitigar el impacto del envejecimiento de la población en el ingreso nacional”. Las tasas de participación en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) aumentaron en promedio de 61% a 77% entre 1985 y 2005. Además, han comenzado a converger: los países que inicialmente tenían tasas más bajas se están acercando a los que tienen una fuerza laboral más equilibrada.

Estos cambios van acompañados en gran medida de una mayor aceptación social de la mujer en el trabajo. Pero hay otros dos factores que se destacan. Primero, un mayor número de mujeres está accediendo a la educación superior, lo cual incrementa el ingreso potencial a lo largo de toda la carrera y estrecha los lazos con el mercado laboral.

De hecho, hay algunos países en que la mujer recibe, en promedio, más formación educativa que el hombre. En la Universidad Nacional de Seúl, por ejemplo, la proporción de alumnas del ciclo universitario básico pasó de alrededor de una cuarta parte del estudiantado a alrededor de la mitad apenas en el transcurso de la última década. En consecuencia, la mujer está más presente en el mercado laboral y menos dispuesta a dedicarse al cuidado de los hijos a expensas de una carrera.

Segundo, en el mundo entero ellas se casan cada vez más tarde y optan por tener menos hijos. Eso significa que muchas tienen una carrera establecida antes de enfrentarse a la decisión de quedarse en casa. Y con menos hijos, las exigencias de la crianza y de la casa no son tan agobiantes, lo cual le ofrece a la mujer moderna otras opciones para equilibrar trabajo y hogar.

Un vistazo a la relación entre las tasas de fecundidad y la participación laboral femenina en distintos países revela la importancia de las políticas. Aunque sería natural pensar que una tasa de fecundidad más baja está acompañada de una mayor participación laboral femenina, la relación resulta ser mucho más compleja. Eso sugiere que la política gubernamental también influye y el análisis empírico lo corrobora.

De hecho, los países con las políticas más generosas para la crianza de los hijos registran algunas de las tasas más altas de fecundidad (excluidos los países con gran inmigración) y de participación laboral femenina. Entre las políticas públicas con un impacto positivo cabe mencionar la inversión en atención infantil, la licencia por maternidad y paternidad, y la eliminación de leyes impositivas obsoletas que colocan en desventaja a las familias con dos sueldos.

Población activa en riesgo

Proyección

Se prevé que en Japón la población activa (de 15 a 64 años de edad) se reducirá de un máximo de 87 millones en 1995 a alrededor de 55 millones en 2050.

Esa disminución es más marcada en las economías avanzadas que en las demás, aunque otras economías asiáticas no están muy lejos; en Corea y China se avecinan caídas largas.

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