miércoles, 22 de agosto de 2012

Mujeres célebres Cleo­pa­tra

Una erró­nea creen­cia nos ha­ce pen­sar que por las ve­nas de la cé­le­bre Cleo­pa­tra, co­rrió san­gre egip­cia, más la ver­dad es la si­guien­te: es­ta be­lla mu­jer na­ció en Ma­ce­do­nia, ciu­dad grie­ga si­tua­da al N. de Gre­cia, ha­cia los años 68 0 69 a. de J. C. Ma­ce­do­nia fue la an­ti­gua Ale­jan­dría de Egip­to, ca­pi­tal de su rei­no y grie­go el idio­ma de su cor­te. Per­te­ne­ció a la di­nas­tía fun­da­da por To­lo­meo, ge­ne­ral ma­ce­do­nio, lu­gar­te­nien­te de Ale­jan­dro Mag­no, que se adue­ño de Egip­to y to­mó el tí­tu­lo de rey a la muer­te de su je­fe.

En el año 51 a. de J. C., fa­lle­ció To­lo­meo XII, Au­le­tes, pa­dre de Cleo­pa­tra, por en­ton­ces la be­lla mu­jer te­nía 16 años de edad, fue cuan­do en­tró a rei­nar jun­to a su her­ma­no To­lo­meo XIII, ni­ño de es­ca­sos 10 años. Se di­ce que Cleo­pa­tra fue una mu­jer de mu­chas am­bi­cio­nes, que lle­gó al sui­ci­dio por las re­la­cio­nes amo­ro­sas que tu­vo con el ge­ne­ral ro­ma­no Mar­co An­to­nio.

Lo cier­to es que Cleo­pa­tra apar­te de su en­can­ta­do­ra her­mo­su­ra, po­seía una ex­traor­di­na­ria in­te­li­gen­cia, se ex­pre­sa­ba con fa­ci­li­dad en los seis idio­mas que ella co­no­cía; era ver­sa­da en his­to­ria, li­te­ra­tu­ra y fi­lo­so­fía.

Co­noció a Ju­lio Cé­sar cuan­do és­te lle­gó a Egip­to en per­se­cu­ción de Pom­pe­yo, el de­rro­ta­do ge­ne­ral ro­ma­no que le ha­bía dis­pu­ta­do el po­der po­lí­ti­co de Ro­ma en el año 48 a. de J. C.

Des­de el pri­mer mo­men­to que se vie­ron que­da­ron pro­fun­da­men­te ena­mo­ra­dos y se unie­ron. Tu­vie­ron un hi­jo que se ape­lli­dó Ce­sa­rión. Lue­go de las exi­to­sas cam­pa­ñas mi­li­ta­res em­pren­di­das por Ju­lio Cé­sar en Asia Me­nor y el Nor­te de Afri­ca, ca­yó ase­si­na­do ba­jo el pu­ñal de los con­ju­ra­dos de Ro­ma, entre ellos su hi-jastro Bruto. En­ton­ces Cleopatra vol­vió a Egip­to des­con­so­la­da por la pér­di­da de su ama­do.

Años des­pués, cuan­do Mar­co An­to­nio lle­gó a Ale­jan­dría, la her­mo­sa rei­na de Egip­to, se unió a es­te ge­ne­ral por ra­zo­nes po­lí­ti­cas; y del fru­to de es­ta unión na­cie­ron sus hi­jos me­lli­zos. La fa­ta­li­dad nue­va­men­te en­vol­vió la vi­da de Cleo­pa­tra, ya que Mar­co An­to­nio se qui­tó la vi­da an­te el avan­ce in­con­te­ni­ble de las tro­pas de Oc­ta­vio a Ale­jan­dría. Cleo­pa­tra y sus hi­jos fue­ron to­ma­dos pri­sio­ne­ros, y an­te el te­mor de ver­se hu­mi­lla­da, ya que se­ría en­ca­de­na­da, lle­va­da por las ca­lles de Ro­ma y lue­go se­ría eje­cu­ta­da, pre­fi­rió sui­ci­dar­se.

Se­gún la le­yen­da, se de­jó mor­der por un ás­pid, ser­pien­te muy ve­ne­no­sa, que uno de sus súb­di­tos le en­vió ocul­to en un ces­to de hi­gos. Su hi­jo Ce­sa­rión tam­bién co­rrió con te­rri­ble suer­te, ya que fue eje­cu­ta­do por los ro­ma­nos y Egip­to se con­vir­tió en una sim­ple pro­vin­cia de Ro­ma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario