miércoles, 4 de julio de 2012

”Es cautivante el trabajo en la mecánica automotriz. Una mujer tiene muchas capacidades”

Martina Vedia López descubrió que su vocación era la mecánica después que se casó, cuando se fue con su esposo a vivir en la alejada población norteña de Santa Rosa de Sara, a 44 kilómetros de Montero.

Nunca había soñado siquiera que un día se iba a ver envuelta entre herramientas de mecánicas oliendo a diésel, gasolina y grasa, con la satisfacción de vivir cada jornada realizando una labor que tradicionalmente fue desempeñada por hombres. Igual que ella hay otras mujeres que realizan similar trabajo, incluso de llanteras, pero lo que la distingue por el momento es que se trata de la única dama entre los alumnos que están culminando sus estudios de esta rama técnica en la Fundación Infocal.

Sus padres Genaro Vedia y su mamá Teresa López migraron de Sucre hacia Yapacaní cuando ella tenía 10 años. Una prueba más que jamás se le ocurrió que un día sería mecánica fue que al egresar bachiller estudió secretariado ejecutivo y luego auxiliar contable. Trabajó en Prodem y en la cooperativa La Merced.

-¿Cómo se dio el paso de oficinista a ser una mecánica?
- Tras contraer matrimonio con Luis Fernando Barriga dejamos Yapacaní y nos fuimos a radicar a Santa Rosa de Sara. Mi esposo dedicado a la mecánica, instaló allí su taller. Empezó a gustarme su trabajo y todos los días me dedicaba a ayudarlo en algo. De esa manera fui aprendiendo empíricamente lo que hoy va a ser mi profesión con el título de técnico superior.

-¿En qué momento decide estudiar la carrera de mecánica automotriz?
- Por esas cosas de la vida mi matrimonio no prosperó. Me quedé con mis tres hijos que ahora tienen 16, 13 y 10 años respectivamente, y me hice cargo del taller. Entonces consideré que era necesario, imprescindiblemente, capacitarme en esta área. De esa manera me inscribí en Infocal.

-Pero desde Santa Rosa hasta Santa Cruz hay casi 100 kilómetros de distancia, ¿cómo hace para cumplir con sus clases?
- Felizmente ya estamos en la conclusión del curso. Al comienzo fue difícil, pero me empeñé de tal modo que superé la dificultad de levantarme antes de las 4 de la mañana para embarcarme en microbús y viajar a Santa Cruz. Dejé el taller, de lunes a viernes, en manos de ayudantes que había contratado, y me dediqué a estudiar. Llegaba a clases cerca de las 9:00 y retornaba por la tarde. Ahora todo eso ya prácticamente concluyó.

-El trabajo con los fierros es pesado para una mujer, ¿cómo hace usted?
-Cuando detecto el problema y se precisa mucha fuerza para manejar los fierros, entonces intervienen los ayudantes. Es cuestión de coordinación.

-¿Cuánto de ingreso le permite esta nueva profesión suya?
- Todo depende de la demanda de servicio. En ese orden mi taller tiene buen prestigio y la gente lo busca. Podría decir, en el caso de los ingresos económicos, como reza un dicho popular: “no llueve, pero gotea constantemente”.

-¿Qué dice la gente de su barrio sobre su quehacer?
- Muchos me felicitan por el empeño. La gente que llega al pueblo pide sacarse foto conmigo, sorprendida porque consideran que no es común ver a una mujer en la tarea de mecánica, cubierta de grasas y manejando tuercas y teste.

-En el final de su carrera en Infocal, ¿qué planes tiene aparte de la mecánica?
- Quiero ingresar a la universidad a estudiar ingeniería mecánica. Ese es mi anhelo. No quiero quedarme con el grado de técnico superior, sino ir más allá.
***
A estas alturas del diálogo interviene su profesor en Infocal, Gerardo Hinojosa: “Es una alumna muy aplicada, podría decir que la mejor del curso. Mucho le ayudó tener experiencia en este campo antes de estudiar. Es un ejemplo de voluntad para muchas mujeres”.

Ella
La obligación diaria: levantarse a las 4 de la madrugada para viajar en microbús desde Santa Rosa hasta Santa Cruz, a las clases en Infocal


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