domingo, 2 de octubre de 2011

TERESA GISBERT CARBONELL /// EL PROGRAMA DE INVESTIGACIóN ESTRATéGICA EN BOLIVIA (PIEB) ACABA DE OTORGARLE EL PREMIO A LA TRAYECTORIA INTELECTUAL

No lo esperaba. Lo deseaba, pero Teresa Gisbert no imaginaba que sería elegida como el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanas en la categoría “Trayectoria Intelectual”. Y cuando recibió la noticia fue inevitable pensar en su compañero de toda la vida: “Pensé en mi marido porque me hice investigadora a su lado. Siento que éste es un reconocimiento para él porque si no hubiera sido su empuje, creo que no me hubiera atrevido a hacer tantas cosas”, dice cerrando los ojos de rato en rato, en medio de su oficina que es biblioteca y una suerte de “laboratorio” a la vez.

De este espacio flanqueado por libros de todo ancho y alto, escritorio frente a la puerta de entrada, computadora de última generación en una de las esquinas y mesita de reunión en medio del salón, está a punto de salir un libro que condensa la historia del arte en Bolivia. Éste no ha de ser el último aporte de su vasta trayectoria intelectual –actualmente trabaja en un proyecto binacional Perú-Bolivia, sin mencionar “las ideas que nunca faltan”– que se traduce en una treintena de publicaciones y similar número de artículos científicos en torno a la historia del arte, la arquitectura, el conocimiento y preservación del patrimonio nacional y la iconografía.

Éstos son precisamente los méritos que el Jurado Calificador del Premio valoró para otorgarle el reconocimiento (...) El Acta Resolutiva del Jurado del Premio expresa también un reconocimiento al decisivo impulso de su fallecido esposo, el arquitecto José de Mesa, a la trayectoria de esta paceña que fue docente universitaria por más de 25 años y que se especializó en la investigación sobre pintura hispanoamericana virreinal y su incidencia indígena.

“Yo no me considero una pionera. Empecé estudiando ingeniería porque era obligatorio para tomar una carrera. Eso sí, me sentía un poco rara porque no había muchas mujeres en mi facultad”, recuerda de esos años en que aún no soñaba con hacerse investigadora. “Mi marido, que era mi compañero de curso, me convenció para tomar arquitectura. Más tarde, en España nos interesamos por esta cosa del arte”.

Fue en esos años en que hacía la especialidad de Historia del Arte en España que se marcó un hito en su vida a partir de una pregunta que le hizo alguien: ¿Qué le ha parecido Potosí?

“Yo tuve que confesar con vergüenza que nunca había estado en Potosí y empecé a pedir libros bolivianos desde España; leí a Diez de Medina y a otros que me hicieron descubrir un mundo que yo desde mi país, por falta de perspectiva, no veía” (...).

¿Y cómo ve a Bolivia, hoy? “Creo que la integración siempre ha sido difícil, la Colonia se llamaba el gobierno de las dos repúblicas, incluso había leyes diferentes para los indígenas, entonces aún hoy cuesta integrarnos. Hemos ido construyendo esa sociedad, diversa, hoy se llama plurinacional, tal vez sea pluriétnica, es muy variada y pocos países tienen tantas dificultades. Aún así yo tengo fe de que vamos a salir adelante”.

Mientras la historia avanza, ella sigue produciendo desde el ámbito que decidió explorar hace cerca de seis décadas.

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